La monoparentalidad se presenta como una situación familiar compleja donde solo uno de los progenitores (por lo general, mujer) atiende las responsabilidades del hogar, ya sea por viudedad, divorcio, migración, elección propia u otras muchas situaciones que pueden darse. Hay tantos casos como personas; pero, si bien es cierto que comparten unas características comunes.
El término monoparentalidad define una realidad que ha estado presente a lo largo de toda la historia, pero el uso de éste es relativamente actual.
La mayoría de nosotras tenemos la dificultad de acceder al mercado laboral sin sentirnos discriminadas al realizar una entrevista de trabajo por el hecho de llevar a cabo la maternidad en solitario y los obstáculos que esto produce en permanecer en dicho mercado, teniendo en cuenta también otras cuestiones como la brecha salarial, la dificultad de conciliación, de promoción profesional, etc. que también afectan a nuestras familias y a nuestro bienestar autónomo, por ellos muchas de nosotras, nos tenemos que conformar con trabajos mal pagados, temporales, por horas y sin contrato.
Las ayudas estatales no son suficientes, por ejemplo, la ayuda de hijo a cargo la han quitado. No tenemos facilidades de entrada a una vivienda, una vez nuestros hijos cumplen 16 años o la mayoría de edad, la dificultad para acceder a una ayuda social se hace más latente, las oportunidades de estudio para nuestras/os hijas/os y para nosotras mismas son mínimas si no se obtiene un ingreso mínimo y estable.
Particularmente, no elegí ser familia monomarental, y aún en el caso de haberlo elegido, con el tiempo te preguntas si fue lo mejor que pudiste hacer por la gran falta de apoyo social y laboral que existe.
Las motivaciones y necesidades que me llevaron a una separación, por y para nuestro propio bienestar y de nuestros hijos, se ven de vuelta amenazadas, sobre todo nuestra integridad psicológica, porque nosotras no buscamos otra cosa que no sea estabilidad y autonomía emocional, económica , seguridad, nosotras nos buscamos nuestros propios medios, pero como base necesitamos un apoyo, un apoyo que no llega y si llega no es suficiente, quedando al descubierto otras muchas vulnerabilidades para con nosotras y nuestros hijos.
¿Como es posible que en pleno siglo XXI no tengamos otra opción que elegir entre comer o pagar la luz, pagar la vivienda o pagar medicación, material escolar para tus hijos, calzado?
Es triste, pero es la realidad de miles de familias, en gran mayoría, de familias monomarentales.
Estos hechos han existido siempre, pero con la pandemia han triplicados los casos de necesidad de miles de familias y las que ya estábamos en situaciones de dificultades socioeconómicas, ha empeorado, apenas hay trabajo y con el que salíamos adelante, limpiando casas, por ejemplo, las personas han cogido miedo y ya no tienes ni si quiera esa opción, mal pagada y sin contrato.
La vida que vivimos no es vida, es mal vivir, estamos cansadas, estoy cansada de vivir sobreviviendo.
Autora: Mª Jesús Marín